Cualquier muerte de un ser querido es una gran pérdida en su vida. Tanto la pérdida, como la respuesta espontánea de duelo hacia una pérdida inesperada, lo harán afrontar una prueba. Si su ser querido muere repentinamente, su dolor puede ser aun más difícil.
Es probable que le hayan mencionado que la muerte de un ser querido puede ocurrir en cualquier momento. Podría ser que un ser querido puede estar experimentando un colapso de salud potencialmente mortal, poniendo su vida en peligro. Si ese fuera el caso, puede ser que tenga la oportunidad de hablar con su ser amado sobre la posibilidad de fallecer. Muchas personas optan por no hacerlo ya que la idea de hablar sobre la muerte es demasiado dolorosa para ellos. En todo caso, considerar la muerte inesperada de un ser querido, está destinada a ser un duro golpe.
Cuando un ser querido fallece en forma repentina, usted no tendrá la oportunidad de prepararse para ello de ninguna manera. Y si la muerte además es traumática, puede ir acompañada de otras situaciones complicadas, como la violencia o catástrofe.
Recomendaciones para el afrontamiento de una pérdida.
¿Qué debe hacer después de una muerte inesperada? Incluso si lo que más desea es cambiar el hecho, no puede cambiar la muerte o lo que sucedió. Sin embargo, todavía hay muchas cosas que puede hacer para comenzar el proceso de transformarse de una mera víctima de la muerte a un verdadero sobreviviente.
Adelántese a los efectos comunes que posiblemente surgirán por la pérdida.
Espere muchas reacciones fuertes y a menudo repentinas ante la muerte. Es muy común experimentar dolor, ira, shock, confusión, tristeza, culpa o introspección
Respete sus reacciones.
Esta es su pérdida, estas son sus reacciones. Esta en todo su derecho de experimentar estas reacciones. Los tiene porque ama a quien falleció y porque le ha lastimado mucho lo sucedido.
Acepte que será una experiencia difícil.
Si una pérdida sucede en forma inesperada y repentina, ya sea por un descuido o comportamiento voluntario, incluso accidentalmente, o como parte de un desastre, puede traerle un duro golpe y hacer que su duelo sea más complicado.
Recuerde que las pérdidas rara vez ocurren solas.
El fallecimiento de un ser querido puede traer muchas pérdidas, algunas de las cuales pueden no ser visibles durante un tiempo. Las pérdidas incluyen la compañía y existencia de su ser querido, su propia identidad, ciertos aspectos de su seguridad física y financiera y posiblemente problemas de salud.
Tenga en cuenta que la muerte y la pérdida afectan diferentes relaciones en diversas formas.
Debido a que cada uno tiene una relación única con la persona fallecida, cada quien reaccionará de manera diferente. Dado que cada persona juega un papel diferente en la familia o en otros grupos sociales, el impacto de la pérdida en cada persona es distinto.
Espere desafíos especiales.
Las muertes repentinas, especialmente aquellas muertes inesperadas, violentas y traumáticas, pueden desafiar sus creencias esenciales acerca de usted mismo, la sociedad, la vida o la religión. Sea paciente consigo mismo. Tómese el tiempo para asimilar lo que ha sucedido, y acoplarlo en su sistema de creencias. Una muerte repentina podría hacerle reevaluar sus perspectivas acerca de la vida, la muerte y el mundo.
Ponga atención a la labor de duelo.
El duelo es el proceso de enfrentar una pérdida. En su duelo, tratará de encontrar una manera de lidiar con la pérdida y cómo manejar sus reacciones ante ella. Desarrollar este proceso puede ser doloroso, que en parte es compartido con otros, pero sobre todo es vivido en forma personal y privada. Esfuércese para establecer nuevas rutinas para que pueda seguir viviendo y amando.
Lleve un diario.
En un inicio, esto le ayudará a concentrarse en sus reacciones, asimilar lo que siente y aclarar por lo que está pasando. En el futuro, puede ayudarlo a reconocer y medir sus avances en el manejo de su duelo.
Satisfaga sus necesidades básicas.
Satisfacer sus necesidades básicas de salud es fundamental. Beba mucha agua y líquidos; coma comidas más nutritivas, descanse bien y haga ejercicio. Manténgase activo, no se permita caer en una apatía crónica.
Relaciónese con otros.
Es mejor hacer algo de duelo en privado, pero busque ayuda de otros cuando sea necesario. Es posible que su familia y amigos no sepan cómo ayudarlo, o pueden preocuparse por la intensidad y la duración de su dolor. A veces, en su impotencia, pueden distanciarse. Sea tolerante, pero averigüe qué tipo de ayuda y apoyo desea. Pida apoyo cuando sea necesario y sea lo más específico posible. Por lo general, sus amigos le ayudarán en cualquier momento después de conocer sus necesidades y que los guie para completar tareas prácticas y específicas en las que pueden apoyarle.
Además de los amigos establecidos, considere buscar a otras personas que hayan sufrido pérdidas similares. Las personas que han pasado por una situación similar suelen brindar mejor comprensión, apoyo y orientación. Los grupos de apoyo para el duelo pueden ser un buen recurso y ayuda.
Combatir los miedos.
Cuando se enfrenta a sus pérdidas y todos los cambios que traen, normalmente siente miedo. Aquí hay algunos miedos comunes por los que no debería sentirse preocupado:
1. No se preocupe por «perder la cabeza».
Lidiar con una muerte inesperada es una experiencia fuera de lo normal. Puede sentirse raro o preocupado por no poder concentrarse. Por lo general, esto sucede normalmente.
2. No tenga miedo de no poder sobrevivir.
Puede que jamás vuelva a ser el mismo de antes. Ocasionalmente puede experimentar oleadas de dolor inesperadamente. Pero en algún momento se sentirá mejor que ahora. Hasta que llegue ese momento, haga su mejor esfuerzo. Tómelo un día a la vez.
3. No se preocupe por olvidar a su ser querido.
A muchas personas les preocupa perder los recuerdos de personas especiales. La mayor parte de las personas descubre que los recuerdos felices se convierten poco a poco en un legado positivo. Pida a otros que compartan sus recuerdos de la persona fallecida para extender este legado.
Finalmente, recuerde que usted es importante y su futuro también lo es. El fallecido querría que viva el resto de su vida lo mejor que pueda.