La estrecha y profunda relación que usted vivió con su esposo o esposa enriqueció su vida, le permitió desarrollarse y crecer. Esta alianza especial definió y dio forma a una parte muy importante de su identidad. Cuanto más profundo fue su amor, mayor fue la contribución de esa relación a su desarrollo.
Del mismo modo, cuanto más profundo fue el cariño, más grande fue su inversión emocional y su pérdida. Cualquiera que ama profundamente corre el riesgo de perder a un ser querido y sufrir los efectos de esta pérdida. Si realmente no amara a su cónyuge, no sufriría ningún dolor. Sencillamente no le importaría su pérdida. En otras palabras, solo aquellos que evitan el amor pueden evitar el sufrimiento y dolor. Sin embargo, evitar el amor es empobrecer su vida. Entonces, ¿cómo puede ayudarse cuando muere su pareja? ¿Cómo se aprende de este dolor?
Como responder a la pérdida.
Duelo es la palabra que usamos para expresar las reacciones a la pérdida: sus emociones y pensamientos con relación a la pérdida, su comportamiento, su búsqueda espiritual o existencial para encontrar un significado, sensaciones físicas y dificultades sociales como consecuencia de una muerte.
El duelo no es una enfermedad ni padecimiento.
El duelo es una respuesta normal y saludable a la pérdida. Esta puede ser una experiencia poco habitual en su vida, pero es algo completamente normal. Puede pensar que ha «perdido la cabeza» o «volviéndose desquiciado», pero ello es poco probable.
Lo que no sería normal es que usted haya querido profundamente a su esposo o esposa, pero cuando él o ella fallece, no sienta nada o no tenga ninguna reacción. Por lo cual, no permita que otros le digan que «deje atrás su pérdida», que “olvide a su pareja», o simplemente que «supere el dolor». Este es su proceso de aceptación, superación y de conmemoración de la vida de quien usted amo.
Por lo tanto, esta es la primera lección: ¡Honre su duelo!
Parece extraño decirlo. Honrar el dolor no significa que disfrutará o le gustará la experiencia dolorosa. Al contrario, significa que valora a quien ha fallecido, valora lo que perdió, y valora sus reacciones ante esa ausencia.
Transfórmese en superviviente.
Se dice que: «La muerte de un esposo o esposa no es solo el final; sino también es un comienzo para la pareja que se queda». Al inicio, la muerte de su cónyuge lo convierte en una víctima de la muerte. Se lleva a una persona muy amada e importante. Finaliza una relación muy apreciada. Hace que el individuo vaya a la deriva en el inexplorado océano del dolor, sin el ancla familiar y la existencia estabilizadora del ser amado fallecido.
Así que, esta es la segunda lección: no tiene que continuar siendo una víctima.
Puede convertirse en un superviviente si encuentra una forma positiva de lidiar con lo sucedido. No podrá cambiar el hecho de que su cónyuge falleció, pero puede esforzarse en manejar los efectos de esa muerte. Por ejemplo, al reconocer y aceptar su pérdida, puede superar el dolor viviéndolo en dosis que pueda soportar. Al hacer esto, siéntase libre de aprender de otras personas que hayan sufrido un duelo similar.
No pierda la conexión con su pareja.
No es necesario que «olvide» a su cónyuge. En cambio, puede reajustar su relación con su pareja para reflejar las nuevas realidades y desafíos en su vida. Puede establecer una conexión continua con su esposo o esposa, lo cual le ayudará a «amarle aunque ya no esté», aun cuando el «amor en convivencia”, ya no es posible.
Perdidas secundarias.
Aprender a vivir en el mundo después de la muerte de su pareja le traerá muchos desafíos nuevos y frecuentemente sorprendentes. Algunos de ellos implican «pérdidas secundarias», que se irán manifestando a medida que usted avanza y va comprendiendo todas las implicaciones de la ausencia de su ser querido.
Por ejemplo, es posible que deba asumir ciertas ocupaciones, tareas y roles que su cónyuge realizaba anteriormente. Además, los eventos futuros pueden recordarle su pérdida y desencadenar nuevos episodios de dolor.
Construyendo una nueva identidad.
También es posible que deba desarrollar algunas habilidades nuevas para afrontar la nueva realidad de su vida. Por supuesto, deberá replantearse su identidad, y así redescubrir nuevamente quien es usted ahora que su cónyuge ya no está presente en esta vida.
Esta es una agrupación de tareas para toda la vida. Tómelo con calma y tómese el tiempo necesario. No intente seguir horarios estrictos y cumplir rutinas artificiales. Sea paciente consigo mismo. Otros cónyuges en duelo afirmaron que, aunque su dolor nunca se fue por completo, sí cambio su forma. La intensidad y duración de su duelo suele volverse menos poderosa y persistente, en la medida que se convierte en una parte permanente de sus vidas. A veces hacer esto puede hacerle sentir culpable, como si le estuviera haciendo algo injusto o desleal a su cónyuge. Recuerde que muchas personas que lo aman desearían verle continuar con su vida a pesar de la pérdida de su cónyuge. Definitivamente le desearán todo lo mejor.
Es poco probable que «vuelva a la normalidad» o que vuelva a su estilo de vida anterior. A pesar de ello, puede trabajar duro para desarrollar una nueva normalidad, que le permitirá continuar una vida amorosa y satisfactoria.