La mayoría de nosotros vemos el «duelo» como algo que solo vivimos después de que alguien cercano a nosotros muere. Sin embargo, para usted y sus seres queridos, el duelo puede comenzar mucho antes de que ocurra la pérdida final. En su más pura definición, la tristeza y el duelo es una respuesta a la pérdida.
Aunque puede ser casi imperceptible, durante una enfermedad terminal suelen ocurrir una serie de pérdidas, como la pérdida de la fuerza física, la pérdida de la independencia, la perdida de facultades para ser alguien productivo o la pérdida de la capacidad de comunicación. Cuando un enfermo sufre estas pérdidas, las personas cercanas a él pueden sentir una serie de pérdidas similares. La respuesta a estas pérdidas se denomina duelo anticipado, y este término a menudo se asocia con una muerte esperada y lenta.
Duelo anticipado.
Dado que las personas tienen una mejor comprensión del duelo que sucederá después de la muerte, muchas personas no entenderán lo que usted está pasando en los peores momentos del duelo anticipado. Pocas personas en nuestra sociedad están preparadas para brindar apoyo antes de que ocurra una muerte. Sin embargo, el duelo anticipado es una respuesta normal y saludable a la pérdida.
Por ejemplo, una mujer cuyo esposo padece la enfermedad de Alzheimer puede sufrir su pérdida mientras le brinda apoyo y compañía. También puede sentir las pérdidas por venir, como un mayor deterioro de su salud y los sueños incumplidos que no llegaran a compartir.
Sin embargo, a pesar de estos detalles dolorosos, el amor y el cariño durante este periodo aún pueden existir. Uno puede llorar y amar a la vez. Aunque la pérdida puede causar dolor, el amor reafirma el valor del apego que aún subsiste. A pesar del dolor de perder la capacidad de valerse por sí mismo, un hombre que morirá de cáncer aún puede apreciar el tiempo que aún le queda para compartir con su familia.
Una mujer afectada por la enfermedad de Alzheimer de su esposo todavía puede sentir consuelo con su presencia física y estar determinada a hacer todo lo posible para cuidarlo y amarlo hasta que llegue su muerte.
¿Qué puede hacer?.
Cuando está claro que los médicos no podrán salvar la vida de una persona que padece una enfermedad terminal, frecuentemente escuchamos: «No hay nada que se pueda hacer». Aunque sea correcto afirmar que el enfermo ya no puede ser sanado, los cuidadores aún pueden trabajar para minimizar la fuente de agobio y aflicción. Puede buscar ayuda médica para controlar el dolor y cuidarlo afectuosamente, por ejemplo, acomodando a su ser querido en la cama, el colocar o acondicionar una almohada o alimentarle. Cualquiera que esté dispuesto a ayudar puede brindar su presencia, reduciendo así la sensación de soledad y abandono que afecta a muchas personas enfermas y moribundas.
Ayudándoles a afrontar.
Los consejeros profesionales de duelo han reconocido cuatro formas en que podemos ayudar a los pacientes con enfermedades terminales a sobrellevar la situación.
Implican los aspectos más básicos de la vida:
Aspecto Físico.
Un buen cuidado corporal es a menudo vital para afrontar una enfermedad terminal o enfermedades potencialmente mortales. Los cuidadores que asisten a un familiar enfermo los ayudan a ir al baño, comer o acostarse y les brindan atención de la mejor manera y con amor.
Aspecto Psicológico.
Para las personas que son conscientes de su deterioro físico y mental, la seguridad personal suele ser la máxima prioridad. Las personas enfermas pueden necesitar sentir cierto nivel de independencia, al participar activamente en las decisiones sobre su cuidado. Incluso decisiones más pequeñas y simbólicas, como elegir qué ponerse o que comer, pueden ser importantes.
Aspecto Social.
A medida que la energía disminuye, las personas que afrontan la muerte podrían tener que decidir qué relaciones mantener y qué relaciones dejar. La persona que está muriendo puede intentar proteger su propiedad o hacer más fácil la vida de sus sobrevivientes. También puede participar en sus propios arreglos funerarios u otros arreglos. Hacerlo puede ayudarlo a mantener una sensación de autonomía y control.
Aspecto Espiritual.
Las personas que están a punto de morir suelen esperar encontrarles un sentido o significado a sus vidas. En este momento, puede ser muy importante desarrollar o reafirmar sus valores religiosos o creencias filosóficas.
Ocupándose o asistiendo a los cuidadores.
Una buena atención al final de la vida debe incluir al enfermo y a los familiares. Cada uno de ustedes es una persona con emociones y merece apoyo para satisfacer sus necesidades durante este momento difícil. Los familiares inmediatos y los amigos cercanos deben tener la oportunidad de participar en la atención, porque el deseo de ayudar es casi siempre una necesidad. Aunque el rol específico de cada persona puede ser diferente, el hecho de que estén haciendo algo les hace sentir que están contribuyendo, y puede ayudarlos a evitar sentirse culpables después que ocurra la muerte.
Más importante aún, los cuidadores deben evitar sobrecargarse con tareas del hogar. Si hace esto, no podrá cuidar de su ser querido ni de usted mismo. Doctores, enfermeras y otros proveedores de atención externos pueden ayudar a los miembros de la familia a identificar y realizar las tareas más complicadas. Su objetivo debe ser hacer su mejor esfuerzo para cuidar a las personas que ama, sin sobre exigirse y poner en riesgo su salud.
Decir adiós.
El saber que la muerte es inminente, brinda una oportunidad de expresar los verdaderos sentimientos hacia alguien que ha sido importante en su vida. Este es el momento que puede agradecerle. Decir: Te amo; la perdono, perdóneme por favor; adiós. El dolor y la tristeza no se han eliminado, pero se pueden afrontar sabiendo que hizo todo por la persona que amaba.